octubre 30, 2024
Hoy amaneció un día gris y lluvioso en Oslo, algo normal para esta época. Llevo ya cuatro años viviendo aquí con mi familia debido al trabajo, aunque reconozco que al principio no fue fácil adaptarme: la cultura, los barrios, los cambios de hora y, sobre todo, las bajas temperaturas. Vengo de Barcelona, de Sant Gervasi, uno de los mejores barrios de la ciudad. Mi padre se dirigió a uno de los bufetes de abogados más prestigiosos, al que asistían grandes empresarios en busca de su consejo y experiencia.
Fue en ese bufete donde conocí a quien hoy es mi marido. Él solía acudir junto a su madre, presidenta de una de las empresas más importantes del país y amiga de la infancia de mi padre. Recuerdo que, el día en que celebramos el 57º cumpleaños de mi padre, me dirigí al despacho después de salir de la universidad. Teníamos reservada una comida en su restaurante favorito; a mi padre siempre le habían encantado los buenos vinos y el marisco.
Sin embargo, lo que parecía una simple comida familiar se convirtió en uno de los días más emocionantes de mi vida. Mi madre, que siempre fue una compañera inigualable para mi padre, había organizado en secreto una fiesta para reunir a familiares y amigos. Todo salió a la perfección, y entre los invitados se encontró mi futuro marido, Lucas. Aquella tarde, él y yo hablamos durante horas.
Lucas siempre ha sido un hombre sensato, culto y divertido. Creo que esas cualidades fueron las que me enamoraron de él. Desde ese día, nos volvimos inseparables, a pesar de que cada uno siguió su propio camino laboral: él en el derecho y yo en la medicina. Hoy, tras veinte años de casados, celebramos nuestro aniversario aquí, en Oslo. Jamás me habría imaginado que acabaríamos aquí, pero Lucas tenía una sorpresa preparada que cambiaría mi vida.
Esa noche, había llevado a nuestros hijos a casa de unos amigos. “Esta noche es solo para los dos”, me dijo con una sonrisa cómplice. Era temprano aún, y yo estaba leyendo un libro que mi amiga Ebbe me recomendó el lunes anterior, cuando Lucas llegó a casa. Se acercó sigilosamente y me tapó los ojos.
—¡Feliz aniversario, cariño! —me dijo, sosteniendo un enorme ramo de rosas. Con una sonrisa, me entregó una tarjeta, y al abrirla, leí: “Eres la mujer y madre más maravillosa del mundo. Estos años a tu lado han sido insólitos. ¿Preparada para vivir la mejor noche de tu vida?”
Corrí a la habitación para arreglarme. Saqué un conjunto de lencería negra de encaje con sutiles detalles en marfil que había comprado especialmente para una ocasión especial. Para complementar el conjunto, elegí un vestido negro con escote en V en la espalda y unos tacones de Jimmy Choo que llevaban tiempo esperando a que alguien les diese uso.
Cuando bajé las escaleras, Lucas me miró sin poder ocultar su asombro.
—Estás increíble —me dijo, sin aliento.
Lo besé, mientras notaba que él también estaba vestido de forma impecable. La curiosidad me devoraba, así que le pedí que me revelara la sorpresa cuanto antes. Salimos de casa y, aunque hacía frío, ya no llovía. Nos subimos al coche y nos dirigimos a uno de los mejores restaurantes del país. El chef nos había preparado un banquete exquisito, acompañado de vinos elegidos cuidadosamente, que despertaban una chispa de sensualidad en cada sorbo.
Entre risas y miradas cómplices, recordé por qué me había casado con Lucas. Cerca del final de la cena, Lucas me propuso algo inesperado:
—Cariño, esto no acaba aquí. Queda una última sorpresa, pero solo si tú quieres.
La curiosidad venció cualquier duda, y accedí. Nuestro próximo destino fue un exclusivo club de lujo a las afueras de la capital. Solo miembros selectos podían entrar y presentar nuestras credenciales en la entrada. Dentro, el ambiente destilaba lujo, glamour y sofisticación. Fuimos a la barra, donde compartimos una copa mientras continuábamos celebrando nuestro aniversario.
Después de un rato, no pude evitar fijarme en los oscuros y lujosos pasillos. Le propuse a Lucas que exploráramos juntos, y él, encantado, aceptó. Nos adentramos en un pasillo al final del cual había una habitación con espejos y, en el centro, una cama redonda donde las parejas se entregaban a su imaginación. Me sentí libre y dueña de mi sensualidad. Besé a Lucas, sintiendo en cada caricia que éramos uno. Dejamos que la noche y el momento fluyan, compartiendo juntos algo especial e inolvidable.
Al salir del club, comenzó a llover de nuevo, pero no nos importaba. Entre risas y abrazos, caminamos de regreso a casa bajo la lluvia, cómplices de una noche irrepetible, de esas que te recuerdan por qué amas a la persona que tienes a tu lado.
Me preguntaba si alguna vez has sentido algo así...
-Este es solo el comienzo de las múltiples y fantasiosas hazañas sexuales de Valeria,Lucas y agregados, los cuales conocerán en Luxxu.-
Continuará...
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